Un activo es un bien o un derecho que posee una determinada empresa, y que puede convertirse en dinero y otros medios líquidos equivalentes. Para que un activo sea reconocido, deberá presentar un valor que se podrá determinar con fiabilidad. En cuanto a su clasificación, encontramos los siguientes ejemplos de activos.
Clasificación de activos
- Activos patrimoniales: Se encuentran los bienes, derechos y obligaciones que controla o pertenece a una empresa. Aquí encontramos: locales comerciales, maquinaria, dinero en caja, equipo informático o mobiliario.
- Activo no corriente: comprende a aquellos que están destinados a servir de forma duradera en las actividades económicas de la empresa, es decir, más de un año. Responden a decisiones tomadas a largo plazo, y se convierten en liquidez mediante el proceso de amortización. En este ámbito, también se incluyen las inversiones financieras realizadas para vencer en un plazo superior a 12 meses hábiles. Algunos ejemplos de este tipo son: inversiones inmobiliarias, inversiones financieras a largo plazo o fianzas y depósitos a largo plazo.
- Activo corriente: También denominado líquido o circulante, comprende a aquellos vinculados al ciclo normal de explotación que la empresa espera vender, consumir o realizar en el transcurso del mismo. Normalmente, dicho ciclo, no excederá más de un año por lo que son elementos a corto plazo. También se incluyen en este grupo, a aquellos que se usan para negociar, el efectivo y otros activos líquidos. Algunos ejemplos de activos corrientes son: inversiones a recuperar tras la venta, existencias comerciales, productos en curso, préstamos de materias primas o aprovisionamiento, cuentas o deudas a cobrar, inversiones a corto plazo y efectivo u otros medios líquidos equivalentes.
Valoración de un activo
Por último, cuando tratamos con el primer grupo de activos patrimoniales, es necesario realizar una valoración de su viabilidad en función de su valor histórico, actual, su coste amortizado o su valor residual.